A veces con descontrol, siempre con risas y juegos de doble sentido, las despedidas de soltero constituyen un ritual infaltable antes del casamiento. Son, además, una manera de compartir una transición tan importante con los amigos, por lo tanto, también representan una forma de celebrar la amistad. Hay quienes dicen que las bromas pesadas, en especial entre los hombres, se pueden atribuir al sentimiento del grupo de verse “abandonados” por el amigo que se casa, que “se pasa al bando de los casados”.
Algunas serán más osadas, otras, una reunión más tranquila, pero el elemento que nunca falta en las despedidas es la presencia de todos los amigos jóvenes de los futuros novios, ya que es en la amistad donde se encuentra la raíz de esta tradición.
Muchas fuentes remiten hasta la Antigüedad, en la Mesopotamia asiática, donde se realizaban, en primavera, fiestas que celebraban la fertilidad de los futuros novios. Las despedidas como símbolo de la incondicionalidad de los amigos se originaron en Alemania, en la Edad Media.
Cuenta la leyenda que una pareja que se amaba profundamente deseaba casarse, pero como el novio era muy pobre y no reunía los bienes que el padre de la novia consideraba indispensables para formar un hogar, éste se oponía a la unión. Ante las dificultades, los amigos de ambos decidieron unir fuerzas y conseguir los objetos y el dinero necesarios para que los enamorados se pudieran casar.
La costumbre se fue extendiendo y, cuando una pareja no contaba con el dinero suficiente para fundar un hogar, los amigos se unían, los ayudaban económicamente y celebraban el logro en conjunto.
Hoy, las despedidas de solteros no se basan ya en juntar recursos pero sí continúan celebrando el apoyo de los amigos ante un momento tan especial como la inminencia del matrimonio.
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