Ese día tan anhelado ya pasó. Tu vestido te hizo lucir hermosa, cumpliste con tu ilusión de casarte de blanco y todos lo admiraron. Ahora, es momento de conservarlo, para que te acompañe toda la vida y para poder mostrárselo, algún día, a tus hijos y nietos. Los vestidos de novia son muy delicados, no sólo por su color, sino por las telas finas utilizadas en su confección. Para guardarlo, debemos tener mucho cuidado.
Siguiendo estos consejos que te damos en FiestaJudia.com, podrás conservarlo en perfecto estado:
- Averiguá por tintorerías de antemano. Unos meses antes de casarte, ocupate de encontrar tintorerías que se especialicen en la limpieza de vestidos de novia y de fiesta, ya que los procesos no son iguales. Tu modista o diseñadora, seguramente, va a poder recomendarte algún lugar.
- ¡Llevalo a limpiar cuanto antes! Cuanto más tardes en llevar tu vestido a la tintorería, más penetran las manchas en las telas. Si te vas de luna de miel apenas te casás, encargale esta tarea a tu mamá, tu suegra o a una amiga. Antes de hacerlo limpiar, controlá si los canutillos, apliques o bordados están bien. Si se aflojaron, dales alguna puntada para que no se pierdan.
- ¿Dónde guardarlo? Buscá un lugar en tu casa que sea fresco, medianamente ventilado, donde no llegue demasiada luz ni calor. Debajo de la cama, por ejemplo, es un buen lugar.
- ¿Cómo guardarlo? En algunas tintorerías te entregan el vestido empaquetado tal como conviene conservarlo. Si no, comprá una caja blanca de cartón, lo suficientemente grande como para no tener que doblarlo demasiado. Dentro de esta caja, envolvé el vestido en papel de seda negro o azul oscuro. De esta forma, evitarás que llegue la luz al las telas.
- Separá la enagua. Tanto la enagua como todo aquello que incluya gomaespuma debe guardarse separado del vestido, ya que este tipo de materiales se descomponen y podrían arruinar la tela.
- Ventilalo periódicamente. Para evitar manchas de humedad, al menos, cada seis meses, sacá el vestido de la caja, ventílalo, dejalo respirar unas horas y volvelo a guardar. De paso, es una buena excusa para admirarlo y así recordar tu boda… otra vez.
Si incorporás estos tips, vas a poder disfrutar de tu vestido cuando quieras, manteniéndolo tan radiante como el día en que te acompañó a la jupá y quien te dice, el día de mañana, lo lleven puesto tus hijas o nietas en su boda, ¡un sueño!
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