¡Amiga! ¿Cómo estás?
Hoy quiero hablarte de un tema muy especial y sensible, que tal vez muchas chicas vivan con bastante angustia: los kilitos de más antes del casamiento. Te cuento que hace unos meses tuve una laaaarga charla con mi amiga Kari, que tiene unos cuántos kilos arriba, además de que es alta y “grandota” y, bombardeada por las publicidades de vestidos hechas con modelos, se sentía totalmente extraña a ese mundo blanco…
A ver… fui a tantos casamientos (donde veo que pueden invitarme, voy, y, si no, soy tan romántica que me cuelo en el templo, por lo menos), que vi todo tipo de novias. Ninguna era perfecta. La que tenía un cuerpo bárbaro, tal vez era medio narigona, la delgadita, tenía pocas lolas, etc… ¿querés que te diga si a alguna no la vi hermosa y radiante? No podría decir eso… estaban todas espléndidas.
Si todavía no me creés, te voy a dar todos los consejos que le di a Kari, que ya va por la tercera prueba de vestido y cambió la mentalidad por completo:
- Reconciliate con tu belleza. Gordita no significa “fea”. Seguramente tenés una cara preciosa, lindo busto, piernas o buena cintura y no lo sabés ver, te hundís en el “soy fea”. Resaltá tus virtudes. Sentite hermosa, porque, por algo, ese hombre que se va a casar con vos te eligió a vos, no a otra y, mucho menos, a la novia del catálogo que tanto te tortura.
- El vestido, a medida. Un buen diseñador o una buena modista va a saber resaltar lo mejor de vos y esconder “lo peor”, eso que no te gusta. Te juro que un corset hace magia. Si sos caderona, pueden “esconder” tu cadera ante una falda amplia. Si tenés mucho busto, habrá que elegir el escote adecuado para disimularlo.
- No te obsesiones con un modelo que no sea para vos. Si te dicen “no es para vos” no lo sientas como algo discriminatorio: te están asesorando. Así como si tenés ojos marrones, no te va a quedar tan lindo maquillarte de celeste, esto es igual: no te encapriches con un vestido tipo sirena, por ejemplo, que sólo le quedaría bien a una chica hiperdelgada. Dejate asesorar (dentro de tus gustos) y vas a ver cómo te favorecen.
- Para ir viendo modelos antes de recorrer casas de vestidos, recurrí a Internet. Argentina no es un país muy favorable que digamos con los talles grandes. En Europa y en Estados Unidos, en cambio, hay un mercado mucho mayor. Buscá modelos en sitios web de esas regiones, podés incluso imprimirlos y llevarlos a una modista. Te va a servir también para ver cómo un vestido de novia puede quedarle genial a una chica rellenita.
- Decile sí al blanco. Es mentira que “el blanco engorda”. Todas las novias le tienen terror al blanco. Kari decía “¿y si me caso de otro color? ¡Total, en Europa, se usa!”. Si te vas a casar de color, que sea porque te gusta, no porque creas que no va con tu cuerpo. La clave está en el modelo, en las telas, pero el blanco no te va a quedar mal, creeme.
- Si elegís hacer una dieta, elegí una sana (tu salud está primero, y tenés que llegar fuerte a tu gran día), sostenida, guiada por un profesional y empezala con tiempo, no a último momento. Ponete expectativas reales, evitá decepciones. Si tenés 30 kilos de más, no esperes bajarlos toooodos para el casamiento, pero pensá que te verías mucho mejor con diez menos.
- Hacé oídos sordos a las críticas. Quizá tengas suerte y tengas un entorno maravilloso. Algunas novias no. A Kari, una compañera de laburo le dijo “¿Y cómo vas a hacer vos con el vestido?”. Fijate desde dónde vienen los comentarios. Ella no lo notó y se encerró a llorar en el baño, porque se fijó en sus inseguridades. Cuando me contó, le dije “¿vos no te das cuenta de que te lo dijo la de cobranzas, esa de 45 que nunca se casó?” ¡Pura envidia! Concentrate en tu felicidad.
La clave está en tres pilares: primero, si querés hacer algo con tu cuerpo y mejorar, buscá una vida más sana. Tal vez mejores un poco, pero no te presiones de más ni hagas cosas que te dañen. Después, reconcíliate con tu autoestima, escuchame, ¡sos la novia! Por último, pero no menos importante, buscá alguien que te asesore bien, y vas a ser una reina…
Confiá en mí…
Un beso y hasta la próxima,
Judith
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