Consejos para no caer en una depresión post-boda

¡Amiga! ¿Cómo estás?
¿Qué, te parece exagerado mi título?
Tal vez porque aún estés en pleno preparativo: te probás el vestido, no parás de soñar despierta pensando cómo va a ser el gran día, llamás a uno y a otro proveedor… es más, hasta ya estás cansada de esas corridas que, después, creeme, podés llegar a extrañar.

Esto es tan común que, en Estados Unidos, hasta tiene un nombre: el “Wedding Blues”, que se traduciría como “la melancolía post-boda”, y el término fue tomado del “Baby Blues”, que es la depresión post-parto, proceso totalmente normal en la cual la madre extraña el embarazo, extraña que su bebé esté en la panza.
Lo más común es pensar: “¡tanto tiempo esperándolo y pasó tan rápido!” Y es verdad: planificamos el casamiento durante más de un año, lo esperamos desde que somos nenitas y sucede en cuestión de horas…
Pero, si estás viviendo esta realidad o te estás por casar y no querés que te pase, hay muchas cosas que podés hacer:

• Canalizar la energía hacia otro lado: si estás muy ocupada, trabajás full time o estudiás, es más difícil que esto te pase. Si, en cambio, trabajás pocas horas o estás en tu casa, seguramente dedicaste muchísimas energías y tiempo a la planificación de tu boda, ¡fue casi un trabajo! Buscá otro objetivo, un hobbie, algo en donde poner todas esas pilas y ocupar tu mente.

• Todavía hay mucho para seguir en tema… ¡foto y video, por ejemplo! Al volver de la luna de miel, tenemos que ver las fotos y elegir cuáles vamos a imprimir para el álbum, después nos van a entregar el video editado, y vamos a revivir ese momento con nuestros seres queridos… empiezan las reuniones para mostrar estas imágenes, ¡disfrutá también de esos momentos!

• Hacé un cofre de los recuerdos. No sólo las fotos y el video te quedan para siempre. Si el vestido es comprado, mandalo cuanto antes a limpiar, comprá una linda caja donde guardarlo. Conseguí también un baulcito o caja donde guardar todas las cartas y recuerdos de cada etapa de tu boda, desde las averiguaciones hasta lo que recibieron en el gran día, o folletos, pasajes y papeles de la Luna de Miel.

• Organícense con los regalos y disfrútenlos. Con tu flamante marido, si hicieron una lista de casamiento en una casa de electrodomésticos o de cosas para la casa, es momento de elegir lo que desean y de empezar a disfrutarlo. Si les regalaron plata, empiecen a pensar en qué van a hacer con ella.

• Ocúpense de su nuevo hogar. Y si ya vivían juntos, hagan cosas para que también sea nuevo. Si les regalaron dinero, ¿por qué no redecorar? Planifiquen los adornos, muebles, pongan energías en su nidito de amor y piensen en un estilo que los identifique a ambos.

• Mimate con algún tratamiento de belleza. Después de tanto stress, te vendría bien un autoregalo. Podés irte un día a un spa, con una amiga, y aprovechar para chusmearle toda tu luna de miel (y que ella te cuente qué pasó en la fiesta, desde la perspectiva de los invitados), mientras se relajan y ponen lindas. También volvé a disfrutar de los tratamientos de pelo, uñas y piel que descubriste al embellecerte como novia.

• Planifiquen cosas en pareja. Nunca dejen de tener proyectos juntos ¿Mudarse? ¿Un bebé (¡no te apuro, cuando quieran!)? ¿Las próximas vacaciones? O, por qué no, un emprendimiento o negocio juntos… o algo tan sencillo como la redecoración de la que te hablé, comprar determinada cosa… ustedes tendrán la respuesta, pero siempre tengan nuevas metas en común.

• Aprovechá todo el “know-how” que adquiriste como novia. Ahora sos una experta en este tema. Si una amiga o familiar se casa, ofrecele una mano y ayudala con tu experiencia y con tu creatividad, ¡es lo que hago yo, y mientras soy útil para otras, sigo ligada a este mundo que tanto me gusta!

Como ves, hay muchas formas de reconectarte con tu boda y de ocupar tu cabeza con cosas nuevas e igual de importantes. No estés mal, porque ¡esto recién empieza!
Un beso grande,
Judy