Amiga, ¿cómo estás?
Hoy quiero hablarte de las cuestiones familiares en torno al casamiento… cuando dicen que cuando uno se casa con alguien, se casa con la familia, no exageran. Es más, yo te diría que se están casando dos familias… y ni hablar si se trata de dos familias judías, ¡qué lío! En nuestro caso, ambas familias nos dieron una mano económicamente y por eso… quisieron opinar. Claro, te imaginarás que ¡pensaban diferente en todo!
Acá hay dos cuestiones que tienen que aprender a delimitar. Primero: estamos por celebrar una boda, que reine la armonía, nadie tiene que terminar de las mechas… Segundo, aunque haya ayuda, el casamiento es de ustedes y la última palabra sobre gustos y elecciones la tiene los novios.
Pero ¿cómo hacemos entrar en razones a padres y a suegros? Te doy algunos consejitos…
- No le prestes atención al título de esta nota. Parece contradictorio, pero lo puse porque es sólo una expresión. Jamás te expreses en términos de “los tuyos”, “los míos”. Traten de no dividirse en un Boca-River, porque van a terminar muy mal. Si son los padres de ambos los que se posicionan solos en ese antagonismo, no se prendan ustedes a ese juego infantil, sino que traten de obrar de árbitros.
- Mucho diálogo: y cara a cara. Sabemos que nadie tiene tiempo, seguro que tus padres, tus suegros y ustedes, los seis, trabajan. Pero hablarse siempre por teléfono, por mail, pasarse mensajes y que todo sea “dijo mi mamá que le diga a la tuya que…” se presta a confusiones, malentendidos y cortocircuitos. Juntense periódicamente a tomar un café.
- Los novios son ustedes: como te dije al principio, si a tu mamá le gustan los centros de mesa rojos y a tu suegra azules, tomá vos la decisión. Ellos ya se
casaron, tuvieron su fiesta, ahora es momento de ustedes de elegir y de sentirse representados. Pero no digan esto en forma agresiva, háganselo entender bien.
- Denles el lugar que merecen. Que no puedan imponer, no quiere decir que no deban aconsejar. Pero dejen en claro que lo que buscan es consejo y, tal vez, si tu suegro sugirió tal marca de vino, no terminen eligiéndola. La idea es que puedan escuchar a todos y, de verdad, tomar su experiencia y aplicarla, hacerlos parte. Pidan ayuda y déjense guiar.
- Negocien. Si te dejaste llevar por el capricho de tu mamá para elegir las flores, porque a vos, entre rosas rojas y blancas, francamente, te daba igual, y le diste el gusto, permitile a tu suegra que elija algo. Balanceen, que ninguna familia sienta que la otra decidió más cosas.
- Repartan tareas. Para que no se pisen, pidan a cada familia que los acompañe a ver cosas diferentes. Tal vez lo más importante, como el salón y el catering, deban decidirlo entre todos, pero los detalles pueden ir viéndolos solos o con algunos de ellos. Así, no tendrán cuatro voces opinando al mismo tiempo.
- Si no se ponen de acuerdo en lo económico, traten de dialogarlo, de pedir a todos ayuda, explicándoles lo importante que es este momento. Si hay una diferencia de situaciones económicas, no se guíen por una política o protocolo que diga que ambas familias pongan el mismo dinero, tal vez algunos aporten más desde el bolsillo, y otros les puedan dar más tiempo, contención, acompañarlos a recorrer…
Como te habrás dado cuenta entre todo lo que te dije, lo más importante es el diálogo. No da que te mates con tus suegros, empezando con el pie derecho tu vida de casada, y mucho menos con tus papás.
Este tiene que ser un momento de alegría para todos. Los nervios, las decisiones y las exigencias económicas que trae aparejados un casamiento nos alteran a todos, ¡pero recordemos que nos espera una boda, no la guerra!
Amor y paz…
Besos, hasta la próxima,
Juju
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