Antiguamente, o aún hoy, en las familias tradicionalistas, existía la costumbre de que el novio, antes de proponer matrimonio a su amada (o una vez que ambos tomaran la decisión y antes de poner fecha), “pidiera la mano” de su hija al padre de la novia.
Hoy, puede parecernos una formalidad, pero en FiestaJudia.com te vamos a contar de dónde proviene la costumbre y cómo adaptar este rito de forma moderna, para compartir un lindo momento en familia. Comencemos por el origen ¿Por qué se habla de pedir “la mano”? ¿Acaso no sería más romántico que el novio pidiera su corazón, su vida?
En realidad, no es la mano con sus cinco dedos lo que el novio está pidiendo. En la Antigua Roma, lo que el futuro esposo reclamaba al padre era el manus respecto a la novia ¿y qué era el manus?
En aquella época, las mujeres no gozaban del derecho sobre sí mismas, es decir, tenían sus derechos, no eran esclavas, pero eran consideradas legalmente como dependientes de un tutor responsables por ellas, tal como actualmente sucede con los menores de edad.
El padre de una mujer tenía su manus (el derecho sobre ella) y, si ella se casaba, el manus, la potestad, pasaba a ser de su esposo. Por lo tanto, lo que el novio pedía no era la mano de su futura mujer, sino la potestad sobre ella.
Los tiempos cambiaron y, hasta hace no mucho tiempo, el pedido del novio tenía otro significado. En este caso, él, o ambos novios en conjunto, pedían permiso para casarse, o la bendición de sus padres para celebrar la boda.
Aún en las familias más tradicionalistas se sigue haciendo. En algunos casos, el novio visita solo a los padres de su prometida, para anunciarles que va a pedirle matrimonio, en otros, ambos le cuentan, juntos, a sus padres, que van a casarse.
Otra costumbre más moderna, que aún se hacía hasta hace pocas décadas (seguramente, casi todos nuestros padres la han hecho), es la derivación del pedido de mano en el “anuncio formal”, es decir, anunciar la boda ante ambas familias, en una cena. Aunque ya lo hayan hablado, es el momento de compartir la noticia en forma ceremonial.
Por supuesto que, hoy, los novios no necesitan pedir permiso para casarse, como dos adultos que toman sus propias decisiones (más que nada, teniendo en cuenta que la mayoría de las parejas son mucho mayores que antaño).
Pero piensen que es una bonita costumbre poder anunciar formalmente la decisión y darse el espacio para brindar y celebrar con los padres de ambos, y que ellos sean los primeros en enterarse oficialmente de la boda, antes de comenzar a contárselo a todo el mundo (¿podrán aguantarse las ganas de gritarlo a los cuatro vientos?)
La costumbre es así: protocolarmente, la cena se suele organizar en la casa de los padres de la novia. Los padres del novio suelen llevar un regalo para sus futuros consuegros (ya sea algo para la casa, o bombones) y flores para la futura nuera. Se suele brindar y desear felicidad a los novios.
Es una buena oportunidad para agradecerles a sus papás por todo lo que han hecho por ustedes, para darles el lugar que merecen y para generar otro espacio para que los consuegros sigan conociéndose, si es que aún no se han visto tanto. Allí podrán comenzar a hablar de los primeros detalles del casamiento, celebrar, emocionarse…
¿Qué les parece recuperar este ritual? A veces, no está mal volver a ciertas tradiciones…
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