Suena fuerte el título, ¿no?
Corremos contrarreloj, el tiempo parece no alcanzar, hay mucho que hacer, el presupuesto parece agrandarse mágicamente… y ¡claro! Nos ponemos nerviosos, discutimos, todo repercute en la pareja ¿Te sentís identificada?
A mí me encanta que las parejas se quieran y que los matrimonios sean exitosos y armoniosos, como el mío con David. Pero para que el lecho de rosas no les clave las espinas, tienen que tener buen diálogo y usar ciertas estrategias a la hora de planificar la boda, para que los preparativos no afecten a la pareja. ¿Cómo hacerle frente a estos conflictos?
- “Él no se ocupa de nada, no se compromete”. Encima te dice “a mí lo único que me importa es que me voy a casar con vos, no la fiesta”… y te gana la discusión, no sabés si suspirar o acogotarlo ¡eso no es fair play! No le revolees los folletos de salones por la cabeza. Hablen tranquilos, decile que esto es algo de los dos y que necesitás ayuda. Involucralo de a poco, preguntándole opinión en cada cosa, vayan juntos a las reuniones… pero no lo odies si le dan lo mismo los modelos del centro de mesa o el color de las participaciones, ¡es un hombre!
- “No nos ponemos de acuerdo”. Acá tenés otro tipo de novio. Él sí decide, ¡y cómo! Él quiere ambientar en azules, vos en rojo y negro; él no quiere bailar el vals, vos sí; él prefiere entrar con un tema up, vos con uno meloso… acá la clave es negociar. Lleguen a acuerdos que los conformen a los dos. Cuidado vos, que las novias nos creemos el centro de todo y podemos volvernos unas déspotas, no le impongas tus gustos. Son una pareja y van a tener que aprender a tomar decisiones conjuntas.
- “No me banco más a mis suegros”. O al revés, ¿no? Porque también puede pasar que tus viejos se metan demasiado y tu pobre chico se harte. Los padres suelen opinar de más en estos momentos… podés ver mis consejos para lidiar con ellos acá . Para que nos los afecte, actúen como pareja. No tomen decisiones influenciados por ellos y sin consultarlo entre ustedes. Tampoco se reprochen mutuamente cosas que ellos hagan, son personas independientes, no es una guerra “los tuyos vs. los míos”.
- “Nos pone nerviosos el tema de la plata”. Antes de empezar a planificar la fiesta, preparen un presupuesto ¿Cuánto están dispuestos a gastar? ¿Sus padres pueden ayudarlos? ¿Con cuánto más? ¿Hasta qué tope máximo se estiran? A partir de esos números, hagan las elecciones. Decidan cuánto están dispuestos a gastar por cada servicio. No improvisen, que en el camino se pueden sorprender. Planifiquen, anoten cada gasto, calculen. No despilfarren como si después de la boda viniera el fin del mundo, ¡después empieza la economía familiar!
- “No tenemos tiempo de hacer nada”. Los dos trabajan y tener entrevistas, recorrer, planificar, pensar ideas lleva demasiado tiempo. Se pelean por los horarios, están agotados ¿Mi consejo? Inviertan un poquito más y contraten a una wedding planner que los ayude. La mayoría cobran un porcentaje de lo que gasten en la fiesta. No es tan caro como creen, y les va a ahorrar mucho tiempo y malasangre. Si se ponen nerviosos, ¡discutirán con ella, en vez de entre ustedes!
Amiga, escuchame bien. La fiesta de casamiento es una de las primeras cosas que tendrán que planificar en pareja. Es una gran prueba, si lo mirás de ese modo. Más aún si todavía no viven juntos, ya que sería la primera vez que tienen que acordar gastos.
Aprendan a escucharse, repartirse las tareas, estar de acuerdo y a consensuar lo mejor para los dos, ¡que de eso se va a tratar el matrimonio!
Y disfruten, no sean tontos, que la preparación de la fiesta tiene que ser una fiesta en sí misma, ¡si no, después se van a arrepentir de no haberlo tomado así!
Tranquila que todo siempre se acomoda y tu boda va a ser maravillosa…
Besos,
Juju
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