A veces, la vida nos sorprende y, mágicamente, volvemos a enamorarnos. Decidimos volver a apostar al matrimonio queremos hermoso casamiento.
Seguramente, si es tu caso, tendrás dudas, ¿cómo manejar el tema con tu ex y con los chicos? ¿Hay diferencias en las ceremonias religiosa y civil? ¿Deberían hacer una boda más austera?
En FiestaJudía.com, despejamos algunas de las dudas más comunes de los novios que se casan en segundas nupcias.
- Tramites. Tanto para el registro civil, como para la ceremonia religiosa, el o los contrayentes que estén divorciados deberán presentar su certificado de divorcio civil y tenerlo en regla, o el certificado de guet (divorcio religioso) otorgado por el Rabinato (en el caso de la ortodoxia) o por el Seminario Rabínico Latinoamericano (en caso del Movimiento Conservador). En caso de viudez, se deberá presentar el certificado de defunción del anterior cónyuge.
- Ceremonias. No hay grandes cambios en las ceremonias civil ni religiosa. Sólo cambian, en ambos casos, detalles pequeños del texto del acta matrimonial y de la ketuvá. Sin embargo, los rituales son los mismos. En el casamiento religioso, algunos novios acostumbran a no entrar nuevamente de la mano de sus padres, ya que, en esta ocasión, ya no resulta simbólicamente que los padres “entregan” a sus hijos a la pareja pero, si lo desean, pueden volver a hacerlo. No hay normas fijas, depende de cómo sientan esta simbología.
- ¿Cómo manejar el tema de los hijos? Si tienen hijos de su matrimonio anterior y desean que ellos participen activamente de la ceremonia, como cortejo, o de la fiesta, dejen todo en claro con sus ex, háblenlo, dejen las cuentas claras y eviten lastimar a alguien o generar conflictos.
- Consideren el factor psicológico y afectivo de los chicos. Para ellos no será sencillo, independientemente de si son niños, adolescentes o, incluso, ya adultos, procesar el hecho de que sus padres están formando un nuevo matrimonio. Respeten sus tiempos, hablen con ellos y comprendan sus reacciones. Con paciencia, todo evolucionará en forma positiva.
- ¿Vestido blanco? Este punto es un interrogante en las novias que se casan por segunda vez, más aún si ya no andan por los veintes o por los treintas. Si te sentís cómoda en un vestido de novia y soñás con volver a ponértelo, ¿por qué no? Tu segundo matrimonio no es menos que el primero. Antiguamente, no se estilaba porque se asociaba el blanco con la virginidad, pero hoy ni quienes se casan en primeras nupcias hacen esa asociación. Si querés otra opción, usá otro tono pálido, o un vestido corto.
- ¿Volver a celebrar con toda la pompa? ¡Por supuesto! ¿Por qué no? Si tienen la posibilidad, hagan la fiesta que merecen. No hagan caso al “qué dirán”. Nunca falta el familiar que critica que las segundas nupcias sean un casamiento “a lo grande”, ¡allá ellos! ¡Los tiempos cambiaron!
- Una boda diferente. Tal vez el miedo o la reticencia a celebrar “con todo” nazca de otro lado: de la sensación de que el ritual será “igual” al que tuvieron con la primera pareja, y de que les recordará ese momento. Solución: celebren una boda totalmente distinta, con otras variantes, estilos, lugares…
- ¿Lista de regalos? Volviendo al miedo al “qué dirán”, muchas parejas, en especial quienes se casan por segunda vez luego de pocos años de su primer matrimonio, tienen cierto “pudor” al pedir regalos nuevamente. Pero tengan en mente que este es otro matrimonio, otra celebración, y ¿acaso no están volviendo a invitarlos a una fiesta? Repetimos: denle a su boda la importancia que merece.
Sintetizando: a casi tres décadas de sancionada la ley de divorcio y en una sociedad que ha cambiado por completo su mentalidad, no debería haber tabúes ni miedo al “qué dirán”. La idea de una boda austera, casi “silenciosa”, que pase desapercibida porque era la segunda, es cosa de antes.
Cuiden, eso sí, de no herir susceptibilidades con sus hijos y con las familias de sus ex, si han quedado en buenos términos. Que todos sepan que la celebración nace desde el amor y desde la “buena onda”.
El momento es de ustedes, y este nuevo y gran amor se merece una celebración que esté a su altura, ¡no se priven de nada!
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